El deporte, como actividad corporal, es sin duda conveniente en todas las edades, no sólo para la juventud. Sin duda, los jóvenes pueden destacar por sus records… pero eso pone de manifiesto la actual manipulación del deporte: la competencia exagerada, que prepara una sociedad que exalta la concurrencia, y frustra aquí también de entrada a la casi totalidad de los jóvenes, que no pueden ser campeones, y les impulsa a una concepción pasiva del deporte espectáculo, demasiado parecida al «pan y circo romano; pasividad que revienta en ocasiones en una agresividad feroz, como recuerdan catástrofes «deportivas» demasiado graves y frecuentes para tener que detallarlas aquí.
Incluso a la élite de campeones, la competencia les especializa y deforma, convirtiendo sus músculos -y mentes- en máquinas monstruosas, lo que llega a acortar sus vida. Riera observa que los griegos exigían para triunfar en los juegos olímpicos el distinguirse al menos en cinco ejercicios diferentes, y cómo los atletas viven menos, lo que confirman otros estudios. No es sólo la URSS u otros países «socialistas» donde se manipula de esta manera a los niños desde pequeños y se confiesa que «nuestro objetivo es inculcarles el culto al deporte, de modo que el afán de practicarlo llegue a ser en ellos algo orgánico e incontrolable». Este condicionamiento lleva a que los jóvenes atletas se droguen con relativa frecuencia y se entreguen a otras deformaciones físicas y psíquicas de su personalidad para triunfar «deportivamente»
El carácter diversorio de los problemas reales que se intenta dar al deporte queda patente al leer por pasiva la frecuente de que «en los países donde hay poca actividad atlética y no académica en la vida universitaria, es fácil que se la substituya por la actividad política» (Lowry). El deporte ha sido y es utilizado por muchos regímenes políticos para que los jóvenes se interesen y discutan sobre equipos de futbol o baloncesto y menosprecien «olímpicamente» los graves problemas sociales y políticos que les afectan.
También desde antiguo la sociedad de los adultos ha recomendado, con Esculapio, el ejercicio corporal para mantener la castidad («castigo») de la juventud. Comentando a Esculapio, decía el doctor Garniel–. «Talar, aserrar, hacer gimnasia y otras formas de ejercicio muscular, de los que la caza es uno de los mejores: Diana es la enemiga de Venus» .
Recordemos a este respecto la función sexualmente infantilizadora de instituciones como la de los boy-scouts. Y esta función represiva, castrarte, del deporte, no es exclusiva de la derecha. Lenin proponía un scoutismo socialista: «Deporte, gimnasia, natación, excursiones, toda clase de ejercicios físicos, intereses morales variados, estudios, análisis, investigaciones, el todo aplicado simultáneamente, le da a la juventud mucho más que las relaciones y las discusiones sin fin sobre las cuestiones sexuales y sobre la manera de ‘gozar de la vida’, según la expresión corriente».
En España se ha pretendido controlar la vida sexual de los futbolistas hasta extremos tan opresivos que han debido ser declarados ilegales por los tribunales, como en el caso Mori.