La envergadura del golpe de Estado del 27 octubre y de la respuesta antiradical (es decir, contraria a ir a las raíces del problema) del gobierno hacen evidente que el «período golpista» va a ser todavía largo.
En estas circunstancias, parece útil resumir algunos puntos de «El Anti-golpe.
Manual para la respuesta no violenta a un golpe de Estado» de Gonzalo Arias; tanto más cuanto que, por encontrar 12 editores «casualmente» imposibilitados de editarlo, ha tenido que hacerlo y distribuirlo él mismo, con lo que es poco conocido.(Su dirección: G. A. Casatuya. El Zabal. LA LINEA. Cádiz).
Introducen el tema dos capítulos sobre «El antigolpe como paso particular del combate no violento» y «El fenómeno del golpe militar y sus causas», con frecuentes referencias al 23-F, que es analizado en el capítulo tercero con otros seis casos, entre los que destacan, por la respuesta no violenta que se les opuso, el putsch de Kapp en 1920 y, sobre todo, el de los generales de Argel en 1961, comentado aquí por Adam Roberts.
El capítulo cuarto, «Estrategia a largo plazo», analiza el mito del ejército popular comunista, el sueño anarquista de la destrucción violenta del ejército, el tipo de ejército «civilizado» occidental, el ejército profesional británico y la posibilidad de una supresión pacífica del ejército.
Detengámonos en el quinto y último capítulo, «Estrategia a corto plazo», sin duda el más urgente. Destaquemos dentro de él:
– MEDIDAS PREVENTIVAS (antes del golpe). 1) En el ejército: informarlo y acercarlo al pueblo, educándolo en general y en lo relativo a la democracia. 2) En la administración civil: evitar vacíos de poder, instruir sobre la respuesta al golpe en cada nivel, insistiendo en que no se obedezca sino a la autoridad legal, aclarando el orden de sucesión en la autoridad, cuidar de las comunicaciones, de modo que, por ejemplo, le radio y TV puedan funcionar burlando a posibles ocupantes de los edificios. 3) En el pueblo, cuyas distintas organizaciones pueden instruir para acciones concretas que ellas deberán encuadrar contra el golpe,
– MEDIDAS DEFENSIVAS (durante el golpe). 1) En los gobernantes: Elección de las medidas no violentas, que deben dirigir. Evitar el vacío de poder. Organizar la «no claudicación», entendida no sólo como una «no cooperación» pasiva, ni como una mera desobediencia, que presupone órdenes y deja pues la iniciativa a los golpistas, sino también como el seguir cumpliendo su función social en cuanto físicamente se lo permitan.
2) En el pueblo: mantenimiento de contacto constante con los gobernantes, sobre todo por radio. Recordemos que ya en el caso de Argel 1961 se habló de «victoria de los transistores» contra el golpismo. Difusión, si necesario, de consignas de movilización novio-lenta, explicada suficientemente, con encuadre de dirigentes que contrarresten la acción de posibles provocadores violentos.
Concluyamos esta síntesis parcial de tan interesante trabajo con un ejemplo práctico puesto por Arias: Tres columnas rebeldes avanzar hacia la capital. El gobierno convoca a los ciudadanos (as) que estén dispuestos a defender la Constitución a los puntos a donde se prevé han de llegar. La resistencia será sólo no violenta: nadie llevará armas, ni objetos que se asemejen. Se evitará toda provocación verbal, insulto. Se darán instrucciones mediante la radio (a transistores que se pide lleven) y megáfonos. No habrá más barrera que la de ciudadanos sentados en la calzada (sin barricadas). Se aprovechará toda detención o vacilación del enemigo para tratar de dialogar con la tropa, mediante comandos de dialogantes, que se sustituirán por otros si no tienen éxito. Todos, de moverse, lo harán despacio, y evitarán gestos, acercamientos, voces, etc. que hayan temer a los soldados por sus vidas o seguridad personal. Pero se intentará ir «marcando» a cada soldado con un resistente que intente convencerle sin cesar que desobedezca a los golpistas y obedezca a gobierno legal. En las barreras humanas, pónganse en primera filas los que se sientan con ánimo de recibir estoicamente golpes. Si hay tiros, evitar el pánico y desbandada en lo posible. Enarbolar bandera blanca para que se permita que intervengan ambulancia, etc.