20070207. Nuevos dictadores de opinión.
“La libertad se pierde en tiempos de los reyes buenos”, porque sus buenas intenciones adormecen la vigilancia ciudadana. Nada menos que desde Bruselas se intenta ahora generalizar, con la mejor intención de combatir el racismo, la prohibición por ley de negar el genocidio armenio o judío, etcétera, sustituyéndose así los políticos a los historiadores.
Poca confianza tienen estos presuntos demócratas a la libertad de expresión, al libre juego de las opiniones. Se empieza por imponer el pensamiento único en un punto, y pronto este precedente legitima, por pura lógica, la imposición de una ideología y partido único. Poco han aprendido esos políticos de la historia… si no es que pretenden, más o menos conscientemente, conseguir también ellos ahora el poder omnímodo de los dictadores que hace no tantos años destrozaron Europa.
20070625. La clerecía contra la ciudadanía.
Algunos dicen que no entienden cómo los obispos, que se han pasado la vida adoctrinándonos sobre cómo debemos comportarnos hasta en la cama, amenazándonos con el más cruel terrorismo ideológico imaginable en caso contrario, el infierno, se oponen a que haya una Educación para la Ciudadanía. ¡Pues precisamente por eso! Porque se les viene abajo el chiringuito, su feroz monopolio moral, su negación radical de la tolerancia y convivencia democrática, del respeto a la igualdad de las mujeres, gays, paganos, etcétera.
La jerarquía católica sólo puede aceptar de buen grado el compadrazgo con otros regímenes autoritarios e intolerantes como ella, como el del franquismo, repartiendo ambos la torta entre sí, y a hostias o a tortazos, con quienes admitieran o no, ya desde la escuela, todas sus normas. Lo asombroso es que algunos se asombren aún del la intolerancia y autoritarismo de quienes siempre han actuado de la misma manera cuando han podido, con gobiernos cómplices o demasiado débiles para resistirles. Aceptar una educación para la ciudadanía es un suicidio para esa clerecía.
20070628. Coherencia de los obispos.
Nada me persuade más de la urgente necesidad de una “educación para la ciudadanía” que la lucha frontal, “por todos los medios a su alcance” que le hace una jerarquía eclesiástica que, bajo capa de de religión, ha forzado durante tantos siglos a las mujeres a someterse plenamente a los varones; a los siervos y esclavos, a someterse a esa “voluntad de Dios”; que ha interpretado que “Dios quiere” cruzadas y sometimiento de otras razas; que ha condenado a la cárcel y hoguera a los “herejes” que no pensaba como ellos; que ha marginado e incluso asesinado a los que no seguían sus normas sexuales; que se ha opuesto a los progresos sanitarios y científicos de nuestra épocas y que gobierna a sus súbditos por medio de una gerontocracia autoelegida y autoritaria, tras condenar explícita y repetidamente –aunque hoy a veces intente disimularlo- toda libertad de opinión. Esos señores obispos tienen toda la razón: su interpretación de la religión es absolutamente incompatible con cualquier educación a una convivencia democrática.
20071105. Desmemoriados, todos.
Decía uno de los mayores científicos de la historia, que lo fue en parte por ese mismo método, que él apuntaba cuidadosamente los datos y argumentos que contradecían a su sistema, porque la psicología prueba que -por contradecirnos- solemos olvidarlos, cuando de hecho son los que más nos permiten evitar el que nos estanquemos y avanzar en el conocimiento objetivo de la realidad. Estos días un conocido humorista lo ha expresado sobre un punto concreto: “-El problema de la Memoria Histórica es que no hay modo de conseguir que todos nos acordemos de lo mismo”.
El que yo no me quiera acordar de poner sus nombres, porque suele identificarse a uno con la derecha y a otro con la izquierda, y porque eso haría que perdiera fuerza su argumentación ante muchos lectores, aunque los dos dicen lo mismo, muestra hasta qué punto se da una empobrecedora polarización, y la urgente necesidad de que todos, todos, prestemos más atención y respeto a los datos y razonamientos contrarios a nuestras hoy, y en parte por eso mismo, tan parciales visiones del mundo, “olvidando” desmemoriados, gran parte de la realidad.