20190809. Vodafone me descompone.
Desde que tuve la ocurrencia, hace años, de ser cliente de Vodafone no dejo de sufrir, a cualquier hora del día, docenas de llamadas para que vuelva a serlo. Creo que ya he pagado por aquella experiencia. Aparte de la lista Robinson, habría que ampliar los derechos humanos del consumidor consumido e indefenso para que las empresas de “servicios” no puedan llamar como máximo, sino una vez más tras darse de baja. ¡Socorro!
20190810. Libertad… de matar.
“¡Libertad, libertad; cuántos crímenes se cometen en tu nombre!” exclamó ante la guillotina una víctima de la Revolución Francesa. Lo he recordado tras los gritos de “¡Libertad!” de los aficionados a ese espectáculo de muerte, al reanudarse en Palma de Mallorca las corridas. Claro que en ellas se mata siempre a los toros; pero, a veces, también a los toreros, tras lo que se llenan más las plazas, revelando cual es la “afición” por la que en el fondo muchos pagan ese espectáculo. Los toreros, son libres, sí, pero como los gladiadores romanos, los boxeadores y otras actividades que atraen a actores desequilibrados, desesperados o ambiciosos hacia su muerte, de la que son cómplices sus clientes. Y cuatro de cada cinco españoles rechazamos abochornados esa sangrienta reliquia de la España negra.
20190130. Hundimiento del toreo.
Un diario madrileño ha contribuido eficazmente a acelerar el hundimiento del toreo. Acaba de publicar la defensa que de él hace Victorino Martín, ganadero y presidente de la “Fundación del Toro de Lidia”. Su arcaico extremismo sólo le permite enfrentarse con el extremismo contrario y no menos absurdo de intentar respetar toda vida, comparable a la secta hindú cuyos fieles barrían antes el suelo que iban a pisar para no aplastar ni a una hormiga. Fanático contra fanáticos, Victorino puede así afirmar que ese “poner en pie de igualdad a hombres y animales”, ese “animalismo supondría una hecatombe cultural, económica y ecológica”.
No hace falta analizar su larguísima serie de exageraciones, sofismas e incluso falsedades, cantidad con la que intenta en vano ocultar su falta de calidad. Baste citar su afirmación de que en la plaza el toro muere “rodeado de respeto y admiración”, sentimientos muy distintos de los que tengo hacia ese ganadero, al que tampoco quiero torturar ni matar, como él al toro, a pesar de que me repugne su sangriento negocio.
20190421. El programa animal de Rivera.
Albert (oh, hoy de nuevo Alberto) Rivera acaba de prometer el convertir España en un paraíso para los animales; eso sí, sólo para las mascotas. Para muchos otros animales, defiende su fusilamiento por los cazadores. Incluso para uno, (¿será por sus cuernos?), apoya el disfrutar matándolo sin necesidad y tras crueles tormentos. Los animales realmente racionales deberán andar con cuidado con ese político, dado el trato recibido por sus mismos colaboradores cuando no eligen el pastor que él quiere, pues repetidamente se han falsificado sus deseos e incluso se ha expulsado del redil a quienes se quejaban por ello.
20190824. El Amazonas es nuestro.
Sí, el Amazonas es nuestro. No sólo de Bolsonaro y su gobierno, cuyo poder han conseguido mintiendo sobre lo que realmente pensaba hacer en él. Tampoco es sólo de las multinacionales que lo arrasan y destruyen en poco tiempo, buscando una ganancia rápida con alimentos para animales que venderán en países ricos. Tampoco es sólo del Brasil, pues lo comparte, incluso con sus incendios, con Paraguay, Bolivia, Uruguay y Perú.
Productor del 20% del oxígeno mundial, el Amazona es vital para la salud de toda la humanidad. Su sostenimiento, pues, debe también ser sufragado en parte por otros países. Se pueden y deben ir revisando las condiciones de esa colaboración, pero no se pueden admitir rupturas bruscas y en parte irreversibles como la de Bolsonaro. Esto, en legítima defensa de la salud de todos, provoca un activo rechazo de los demás, como tan triste como necesariamente estamos empezando a notar ya.
201909 Ecologistas con escobillas.
Por desgracia, ya está clara la urgencia de detener la guerra suicida que hemos emprendido contra nuestro propio y único planeta. Ese mismo peligro hace que algunos, con la mejor voluntad, corran mucho, pero fuera del camino, desacreditando esta máxima emergencia.
En la huelga mundial por el clima del 27 del de septiembre, por ejemplo, repartí entre los manifestantes una hoja en la que se detallaban aspectos del problema en la alimentación y reproducción, temas que, como demógrafo, estudio, enseño y difundo desde hace décadas. Pero no faltaron orgullosos “ilustrados” que la rechazaron “porque el papel contamina”, exigiendo que una información sólo electrónica, purismo tan limitador como ignorante de que esa vía también contamina.
Ya hace años hubo un grupo ecologista -al que pertenezco- que me reprochó enviar por correo esa información a escala mundial papel satinado, que poco después empleó, hasta hoy, en su revista. Tampoco han faltado quienes, en una manifestación por el clima un día que amenazaban lluvia, rechazaron mis pancartas por estar plastificadas, sistema que incluso sin lluvia permite conservar mejor el mensaje.
No puedo menos que acordarme de sus precedentes y -con los conocimientos de entonces- más explicables ecologistas, los indios que iban barriendo con una escobilla su camino para no pisar ninguna hormiga y que, aun trabajando tanto, no llegaron muy lejos.
20191222 El Planeta no morirá.
He visto en la reciente Cumbre del Clima un par de representaciones en las que la Tierra, imitando con brazos y piernas a una persona, se suicidaba pegándose un tiro. ¡Qué ingenuidad! A pesar de las mil y cada vez peores perrerías que le estamos haciendo, somos nosotros los que nos estamos suicidando en pocos siglos. La Tierra ha sobrevivido millones de años a destrozos aún peores que los que hoy le hacemos y que, de seguir así, nos llevarán a la extinción.
Por lo demás, tampoco nuestro Planeta (aunque lo escribamos con mayúscula, como terratenientes que creemos ser suyos) no es sino una mota de polvo (con perdón) entre las 300.000 de sólo la Vía Láctea y un total que supera en número a los granos de arena de la Tierra. ¿Y qué somos nosotros, que presumimos de inteligentes pero que contaminamos sin necesidad nuestra pequeña morada y triplicamos nuestro número (de 2.500 a 7.500 mil millones en menos de 70 años), eliminando toda otra forma de vida e incluso a muchos de nuestros semejantes?