Cartas a la prensa – Ecología – 2016

20160713 Asesinos y falsos asesinos.

                            Por la religión, y ahora también por el fútbol, hay fanáticos que matan. ¿Diremos que todos los que participan de esos sentimientos son asesinos? Hoy nos escandalizamos con razón de que haya un puñado de descerebrados que se alegran de la muerte de un torero; pero tampoco es justo culpar de esa salvajada a todos los que lamentan la tortura a la que por diversión de algunos someten a los toros y condenar en bloque a “los animalistas”. Por su parte, esos defensores de los animales, -como los verdaderamente religiosos y deportistas-, deben condenar tales excesos, y no admitir a quienes no sólo critican los toreros, sino que les llaman “asesinos”.

20160519 Contra la muerte de los toreros.

                           Un diario titula “Abrumadora y sentida condolencia del mundo del toro por la muerte del novillero Motta”.  Pero los que de verdad lo sentimos y no queremos que se repita esas anunciadas muertes para diversión de otros, como las de los gladiadores romanos que se enfrentaban en la arena del circo  a los leones, somos lo que nos oponemos a esa inhumano espectáculo. Sólo la necesidad económica, el ansia de gloria o incluso una mala educación –¡Motta empezó a adiestrarse a los siete años!- lleva a algunos al triste empleo de intentar torturar y matar animales sin padecer ellos  la misma triste “suerte”.

1262016 Sacrificar a sus hijos.

                  De lo que son capaces algunos toreros por dinero y fama.

                                Algunos pueblos bárbaros sacrificaban orgullosos sus hijos a sus dioses. Yahvé premió a Abraham por estar dispuesto a sacrificarle el suyo. No es de extrañar que haya aún toreros, esos que se aman tan poco como para exponer su vida por dinero, que expongan también la de sus prójimos más próximos, sus propios hijos indefensos y tan frágiles como de pocos meses de edad. Hay que denunciar, pues, hasta obtener justicia, no sólo Francisco Rivera, sino otros toreros que se han solidarizado con su barbarie, mientras que no he oído a ningún torero que critique su salvajada. ¿Cómo puede tener el valor Rivera de pedir respeto por lo que ha hecho si no respeta hasta ese punto ni a su propia pobre hija? Caiga sobre ellos todo el peso de la ley, ya muy clara al respecto, y ayude este triste escándalo a terminar con ese vergonzoso espectáculo de sangre y muerte que mancha España, y cuyo rechazo entre los jóvenes es ya casi unánime.

20160129 Toreros que exponen al peligro a sus hijos.

                           Por supuesto que tiene razón el “matador” –no puede ser más apropiado aquí este alias- al decir que su conducta ha sido aprovechada por los antitaurinos –ya más del 80 por ciento entre los jóvenes, y creciendo con rapidez- para denunciar el toreo.  Máxime porque no se trata de un hecho aislado de un imprudente Francisco Ordóñez, sino que muchos toreros se han solidarizado con él, mostrando que por fama y dinero no sólo con capaces de exponer su vida, sino también la de sus indefensos hijos.

                         Crecido con ese apoyo que pone al desnudo sus pocos escrúpulos, Rivera afirma que puede decidir donde se ve –y lo que hace- a su hija, como si los niños, como en tiempos bárbaros tan lejanos, no tuvieran derechos ya legamente reconocidos.  El colmo es que un fiscal lo bendiga diciendo que no veía indicios de que su hija hubiera corrido riesgo, como si una vaquilla no hubiera matado incluso a un torero como Antonio Bienvenida; otro sangrante ejemplo de la ley del embudo, que hay que esperar sea recurrida de inmediato por los verdaderos defensores de los niños.