La explosión poblacional mundial es como un incendio devastador que no sólo arrasa y erosiona la tierra entera, sino que envenena y esteriliza hasta los mismos océanos. Aumentando su número en 250.000 por día -casi cien millones más por año- en un espacio cada vez más ocupado y destrozado, la especie humana es la primera víctima de su crecimiento exponencial, que la somete a una despiadada lucha por la vida, en la que ya mueren cada día cien mil personas por hambre, y muchas otras por enfermedades evitables, guerras civiles e internacionales, trabajo agotador, criminalidad y drogas.
La única organización importante que no ha dado la voz de alarma ante ese incendio devastador, sino que, por el contrario, está echando combustible al fuego, al prohibir los anticonceptivos eficaces, es el Vaticano. Más aún: hoy el Vaticano patrocina una agresiva campaña mundial incluso contra los tan tardíos y moderados planes de la ONU de poner algún remedio a esa catastrófica explosión poblacional.
Si no se tratara sino de un sermón dogmático más, bastaría sonreír como hace la mayoría de sus mismos fieles. Porque ¿qué ser racional va a tragarse que no es «natural» tomar una píldora anticonceptiva? Recordemos que Papas no menos inspirados que éste prohibieron por «antinaturales» los estudios anatómicos, el cloroformo y hasta la vacuna contra la viruela (Pío VI en 1839). Hoy también Woytila condena hasta en África, llena de SIDA, el preservativo, por «antinatural». Pero lo peor de todo es que el Vaticano, enfurecido porque no le hagan caso ni tan siquiera sus mismos fieles, se ha aliado una vez más con los grupos más siniestros, como los neofascistas italianos y los gobiernos poco democráticos de Latinoamérica, para impedir una vez más por la fuerza a todos el uso de los anticonceptivos eficaces.
Al echar petróleo a este catastrófico incendio, el Vaticano no está loco: simplemente está fomentando con procedimientos particularmente efectivos su «negocio» de siempre: pescar en río revuelto, aparecer como limosnero de los pobres que ha contribuido a que nazcan, bendecir y consolar del dolor que ha hecho multiplicar. En pocas palabras: intenta disfrazarse de benemérito bombero del incendio que él mismo ha fomentado, «salvador» de ese incendio infernal en la tierra que está fomentando para medrar a su costa, como siempre: provocando dolor para luego consolar. Procedimiento hoy todavía más dañino, por llevar la actual superpoblación a muchos millones de personas a una muerte aún más lenta y dolorosa en no pocos casos que el SIDA, y por oponerse activamente el Vaticano a los remedios eficaces contra ambos. Con ese procedimiento el Vaticano ha convertido hoy su «negocio» en un multimillonario y continuo genocidio, un crimen interminable contra la humanidad’, genocidio que intenta perpetuar y aumentar por la fuerza con ayuda de sus cómplices.
En nombre de un planeta erosionado y arrasado, de una especie amenazada por su propia multiplicación y en lucha creciente por la vida, como voz de los millones de niños y adultos que malviven y mueren de hambre, enfermedades y guerras creadas o agigantadas por la superpoblación hemos de movilizarnos urgentemente para denunciar y combatir por todos los medios democráticos a nuestro alcance esa organización de incendiarios disfrazados de bomberos cuya sede central es el Vaticano.
Detener al Vaticano, Bombero Incendiario
The wold population explosion is like a devastating fire not just razing and eroding the whole earth but poisoning and stenlizing the very oceans. Multyplying by 250.000 a day -a hundred million more each year- in an increasingly occupied and ravaged space, the human species is the first victim of its exponential growth, which conemns it to a merciless struggle for life in which, even now, one hundred thousand persons of hunger every day, and many more from preventble diseases, civil and international wars, exhausting work, crime and drugs.
The only major organization which has not sounded the alarm in the face of tns devastating fire and which is, rather, fuelling it by prohibiting effective contraception, is the Vatican Moreover, the Vatican is sponsoring an aggressive worldwide campaign, even against the overdue and lukewarm plans of the UN to provide some remedy to this disastrous population explosion. If this were nothing more than just another dogmatic sermon, it would be enough to smile, as do the majority of its faithful themselves. What rational being would believe that is not «natural» to take contraceptive pill? We must recall that Popes no less inspired than this one prohibited anatomical studies, chloroform, and even smallpox vaccine (Pius VI, in 1839) as «antinatural». Today too Woytilla conemns condoms, even in Africa, rife as it is with AIDS, as «antinatural».
Worst of all, the Vatrican, furious because not even its own faithful need it, has once more sided with the most sinister groups, such as Italian neofascists and the not overly democratic governments of Latin America, to once more prevent everyone, by force, from using effective contraceptives.
The Vatican is no out of its mind in pouring petrol on this disastrous fire. It is merely promoting its eternal «business», using particularly effective procedures, troubled waters, standing as almsgiver to the poor it has helped to give birth yo, blessing and consoling them. It tries to disguise itself as the worthy fireman fighting the fire it feeds and thriving on it. Today, this procedures is even more harmful, leading the existing overpopulation of many millions of people to a death which is even slower and more painful in not a few cases than AIDS, actively opposing the effective remedies against both. By this means, the Vatican has now converted its «business» into a never-ending crime against humanity, a genocide which it seeks to perpetuate and increase by force with the assistance of its accomplices.
In the name of an eroded and devastated planet of a species threatened by its own multplication and in ever-increasing struggle for life, as the voice of millions of children and adults who live poorly and die of starvation, diseases and wars created or bloated by overpopulation. We must mobilize urgently, with all the democratic means available to us, to denounce and fight this organization os pyromaniacs dressed up as the firemen with headquarters inthe Vatican.