Cartas a la prensa – Derechos Humanos – 2015

20151017. Xenófobo e hipócrita.

                       Tras insistir en una pretendida “invasión de emigrantes y refugiados” que van a cambiar nuestra cultura –hablemos claro, su negocio anticristiano-, visto que se ha pasado tres pueblos y está denunciado por incitar obviamente al odio, el gran fariseo Cañizares tiene miedo de perder el empleo y dice que se han “manipulado” sus palabras. ¿Creerá que somos tontos? Y encima tiene el valor de considerarse víctima nada menos que de un linchamiento por sus palabras, cuando es él quien, desde su puesto, provoca linchamientos auténticos, incluso mortales, con su odioso lenguaje.

                     Acobardado por el escándalo, ahora, burlándose todos y, en particular, de los cristianos a quienes dice representar, declara ese untuoso fariseo que emigrantes y refugiados con todos para él “hermanos muy queridos”.  Intervenga con diligencia la Justicia, como debe, -sin privilegiar a quien su cargo hace particularmente grave su venenoso discurso, endulzado con tan increíbles excusas y disculpas-, antes de que provoque aún mayores males.

20151016. Europa esposada.

      Ciudadanos europeos, incluso cargos electos, tirados por el suelo y esposados largo rato bajo la lluvia, sin formular cargos ni la atención médica que necesitaban algunos, por protestar pacíficamente contra sangrientos recortes económicos y la misma falta de libertad política. Esta no es la Europa esposada con la democracia y la justicia social que querían vendernos unos grupos que así han demostrado, en Bruselas como antes en Dinamarca o Italia, seguir desposados con el autoritarismo y la plutocracia, aplastando las manifestaciones internacionales de quieres –sería risible si no fuera tan grave- pretenden ser sus representantes. ¿De qué servirá que dentro de unos años, como ya en Dinamarca e Italia, la Justicia condene esos abusos policiales, que los hechos demuestran que no cesan?

20151004. Accidentes y discriminaciones.


                            “Confundió el acelerador con el freno y empotró su coche contra un mercado. Era negro.” ¿No es este suelto de prensa una intolerable discriminación? Sin embargo, estudiado un caso concreto en serio, podía haber influido su raza, porque, más pobres y discriminados, muchos negros aprenden más tarde a conducir, y tienen más presión social y en su trabajo con el coche; per o discriminarlos no sólo es inhumano, sino que también prolonga su marginalidad y provoca más accidentes. Algo que ocurría en parte antes con las mujeres, que aprendían más tarde y sufrían más críticas machistas al conducir: ”¡Mujer tenías que ser!”.

                        En este caso, esa noticia sesgada atribuía en realidad la causa del accidente no a la raza, sino a la edad. “Tenía 75 años”. Por supuesto, con la edad disminuye los reflejos, aunque aumenta la experiencia y prudencia. Y hoy los 75 años no suelen acarrear una notable decadencia. En todo caso, ahí está los exámenes médicos obligatorios, que son más frecuentes para los mayores. No sólo, pues, es aún más injusto discriminar a las personas, y también peligroso para todos por aumentar la presión y nerviosismo al conducir de ese grupo de personas, sino que, a la larga perjudicará a esos mismos críticos cuando lleguen a esa edad.

20150227. Discriminación y falsedad.

                                          Los europeos se quejan sobre todo de la discriminación por edad. En España ésta pasa todavía por “natural”. Un diario capitalino, que no se hubiera nunca atrevido a publicar una carta que discriminara ni la mitad por sexo o raza, no ha tenido empacho en difundir la de una madrileña que, tras reconocer que desconocía las circunstancias de un accidente automovilístico en Ávila el día 25, ha tenido el “valor” de atribuir la culpa a uno de los conductores, muerto en el accidente, porque tenía 89 años.

                                           Mostrando más aún su atrevida ignorancia, se atreve a decir que a ningún Gobierno ni dirección de Tráfico se le ha ocurrido limitar la edad al conducir, cuando en España los mayores de 75 años debemos pasar examen cada dos años, siendo aquí mucho más estrictos que en otros países vecinos, en donde se examinan cada cinco años. No envío esta rectificación al diario implicado, por su compartida ignorancia y baja moral profesional- en difundir esos errores prejuicios discriminatorios y vejatorios porque una triste experiencia me ha mostrado que quizás el más incapaz también de rectificar en este país*.