20021017. Vivienda y Cascos.
Los políticos que ostentan cargos públicos, es decir, que viven de nuestro dinero, deberían tener un especial respeto para con quienes les pagamos. Por desgracia, con frecuencia pasa exactamente al revés y, como respuesta a nuestras críticas por sus abusos, además de cornudos, somos apaleados. Incluso con inmenso cinismo, como el empleado por el ministro de Fomento, que ha intentado, hasta respecto al tremendo -y reconocido por otros miembros del PP- fracaso de su política de la vivienda, hacer propaganda del “España va bien”, declarando que si el precio de la vivienda se pone por las nubes es porque hay dinero, y que “si usted pone un producto en el mercado, no lo vende».
Álvarez Cascos quiere, pues, echar la gente a la calle, a vivir bajo un puente. Esta desvergüenza contribuirá a que la gente eche a la calle de verdad a quienes tienen tanto «valor» para reírse desde arriba del público. Recordemos que, dada la gravedad del problema de la vivienda, máxime para los jóvenes, un hecho menos provocador, al menos verbalmente, el nuevo palacio del príncipe, provocó hace poco la que quizá ha sido la mayor protesta popular contra la monarquía (“¡Queremos un pisito, como el del principito!”)
20020626. Diario engañoso.
“-¡Empezó mi hermanito, que me devolvió la bofetada!”. Perdiendo, como nunca debiera hacer un adulto, los estribos, en lo cualitativo como en lo cuantitativo –el número de participantes en la manifestación- un diario progubernamental criticaba una pancarta con el lema: “Nadie como el P.P. – para España joder”. Pero ese diario “olvidaba” que las dos últimas palabras, subrayadas, estaban firmadas, en la pancarta, por Aznar. Porque, utilizando una expresión absolutamente impropia en boca de un presidente de Gobierno, fue en efecto Aznar quien provocó, él el primero, a los huelguistas, diciéndoles que querían “jorobar España”, siendo, pues, esa pancarta, una mera respuesta menor a esa gran y vergonzosa provocación; hecho que distorsiona radicalmente ese diario, mostrando desconocer el ABC de la honestidad profesional o, simplemente, ciudadana, y mintiendo descaradamente.
20020802. Inmigrantes y delincuencia.
Lo estamos empezando a pagar, y lo vamos a pagar muy caro, nosotros y nuestros hijos. Y lo afirmo así porque nos encontramos ante algunos de los síntomas más conocidos y ciertos de cuantos tratamos los profesionales de la sociología. La creciente identificación por parte de la ciudadanía, en las encuestas del CIS y otras, entre inmigrantes y delincuencia no es sólo una “profecía autorrealizadora”, que lleva a más miembros de un grupo a comportarse como se espera de ellos. Responde también a la constatación de que existe toda una estructura social europea (y estadounidense) que fomenta la creación y mantenimiento una fuerte población no asimilada, para que su misma marginación facilite su mejor explotación por unos patronos sin escrúpulos, desde el que contrata centenares de vendimiadores a precio de saldo hasta el que se aprovecha de la baratura de la criada que cuida de sus niños o mayores.
Algunos de esos inmigrantes no quieren ser tan explotados, o ni siquiera pueden serlo, porque el sistema fomenta el que vengan demasiados, para poder explotarlos mejor (y bajar, con su competencia a la baja, el nivel salarial de los trabajadores nativos). Caen entonces en distintos tipos de ilegalidad y de delincuencia que, ojo, cada vez será mayor, a medida que aumente su conocimiento del país y el rechazo a esa prolongada y injusta marginación. Y los hijos de los marginados y de la mayoría explotada de inmigrantes delinquirán aún mucho más, cuantitativa y cualitativamente, según prueba la experiencia de tantos países de nuestro entorno.
En España la importación masiva de mano de obra ha sido brutalmente rápida, más que casi en ningún país europeo, lo que facilita su explotación a corto plazo… y los gravísimos problemas de gran y permanente aislamiento que eso traerá también para el conjunto de la población española, que ha permitido operar a sus anchas a unos grupos (a)sociales y unos gobiernos que han fomentado tamaños desafueros, y que padecerá en consecuencia cada vez más problemas de seguridad, agresiva diversidad cultural, etcétera. Nada más ciego y contraproducente que achacar al otro grupo, la minoría inmigrante, los problemas cuyo origen y cuya solución, en gran parte al menos, está todavía en nuestras manos.
20020919. Defensor del Homosexual.
“¡Qué derroche! ¡Se podría haber dado a los pobres!”. No es que aquellos fariseos que así criticaban a Jesús se preocuparan para nada de los necesitados, nos comenta el Evangelista, sino que se oponían el acto de la Magdalena porque era contrario a sus intereses. La historia se repite, y hoy vemos a un señor que pone el grito en el cielo en su carta a la prensa porque no se ha dado a los pobres el dinero que el Defensor del Menor de la Comunidad ha empleado en editar un folleto pidiendo comprensión respeto a quienes –por sus genes o sus circunstancias- no son heterosexuales. Una defensa del diferente muy necesaria en una sociedad en que esta situación lleva aún veces a la marginación material y espiritual, e incluso al suicidio, por culpa de concepciones intolerantes y poco caritativas, como la de ese integrista mal disfrazado de amigo de los pobres, que pretende incluso que se destituya por ello al Defensor del Menor.
20020930. Inmigrantes hacinados.
Es un escándalo para todos: según publican los medios de difusión, la UGT de Canarias ha pedido a la ONU que vigile los centros canarios de internación de extranjeros. Para unos el escándalo está en la violación de los derechos humanos y de los mecanismos democráticos para corregirla. Para otros, en cambio, lo escandaloso no es que no se remedie esa situación, sino que se den a conocer, en desespero de causa, nuestros trapos sucios, queriendo ocultarlos con un pretendido patriotismo que sirve, una vez más, y según se ve tan claramente cuando se trata del país vecino, como tapadera del cubo de basura.
20021116. EL PAÍS racista.
Situados irónicamente en la extrema izquierda… de la segunda página de la sección Madrid, dos columnistas de EL PAÍS intentan con sus comentarios quitar lectores al ABC.
Uno, Eugenio Vidal, nos regala un día su xenofobia, criticando a las inmigrantes que no saben servir un café, pero hacen bellos carteles en las manifestaciones; y, sin discriminar por razas, muestra su conocido fascismo antidemocrático general comparando a todos los que se manifiestan con rebaños de ovejas que van soltando mierda.
Copiándolo sin ningún pudor, viene detrás Joaquín Vidal, afirmando que “las manifestaciones, las borracheras, las agresiones” “quebrantan cada día el fin verdadero de la ciudad”; y que los “jóvenes cultos, progresistas y solidarios, no sólo se emborrachan, sino que mean en la zona donde acampan”.
Me temo que, a pesar de sus loables esfuerzos, los partidarios de ese tipo de literatura seguirán prefiriendo la veteranía del ABC; los demás, dejaremos del todo esa bazofia que invade cada vez más ese que pretendía ser un más moderno país.