Cartas a la prensa – Deportes – 2006

20061214. Chantaje o respeto.

                            Siguen empleando parecidos “argumentos”: antes inculcaban el temor de perder la paga del “18 de julio”, fecha del golpe de Estado franquista, en su desesperado intento de seguir manteniendo el antiguo régimen dictatorial. Ahora tienen el valor de chantajearnos con el que vamos a perder la paga de fin de año, las fiestas, y hasta el sorteo de lotería y los juguetes de los niños si un colegio público de Zaragoza no sigue con la celebración confesional –y, por tanto, en ese lugar, inconstitucional- de la Navidad católica; participando en esas burdas presiones para mantener el nacionalcatolicismo más rancio incluso algunos obispos. Pero esos nostálgicos de la dictadura ya no tienen detrás las pistolas falangistas, ni la policía franquista, ni la censura de un Fraga ministro de Información, por más que sigan con sus procedimientos, cuando pueden, algunos de los miembros del partido que él ha fundado, cómo él sigue alabando a Pinochet y a Franco.

                            La España democrática respeta tanto el cristianismo de verdad, el que respeta todas las creencias, como a todas las demás ideologías democráticas, y acepta y fomenta su expresión en sus lugares y momentos adecuados, sin admitir imposición de ninguna de ellas. Y la libertad de expresión permite a los españoles discernir lo que es respeto y lo que es chantaje, imposición, atropello a quienes no piensan lo mismo.

20060519. Distraer o ganar.

                       Con una cierta ingenuidad, se preguntaba una lectora barcelonesa por qué se habían reunido muchas más personas en la Plaza de Cataluña para festejar el triunfo de un equipo de fútbol que para reivindicar su propia vivienda. Pues, paisana mía, porque se han invertido muchos miles de millones en fichar futbolistas, en montar “catedrales” a lo San Mamés, y se han dedicado horas sin fin de radio y televisión a distraer con ese circo para que nos olvidemos de nuestros verdaderos intereses, en beneficio de quienes han montado tan maquiavélico como proficuo negocio. ¡Si hasta no pocos dirigentes de fútbol -y no estoy hablando sólo de Jesús Gil y de Marbella-, son multimillonarios del sector inmobiliario!

                        El fútbol se ha convertido en la más eficaz droga, inyectada masivamente todos los días y a toda hora, para tener tranquilo y adormecido al ciudadano; como la nueva religión, el nacionalismo, al que el fútbol está tan íntimamente unido. No importa que los goles que den el triunfo, como ahora al Barcelona, hayan sido obra de futbolistas extranjeros: el eficaz lavado de cerebro, la pasión futbolística inculcada, menosprecia esos detallitos. Apenas queda un atisbo de racionalidad –y de esperanza- entre tantas noches y días “mágicos” creados por el fútbol y el nacionalismo, en el asombro y tímida queja de esa carta, o del chiste de un conocido humorista: “-¡Ay, mientras estaba discutiendo sobre el Statut me han vuelto a subir las alubias!”

20060427. El fútbol, encantador.

                Cuando los historiadores del futuro analicen los documentos sonoros de nuestra época, les costará mucho al principio entender el incomparable tono de sincero entusiasmo y el abrumador predominio de los comentaristas de fútbol, en comparación con el de los escasos y normalmente fríos todos de los comentaristas sobre la condiciones de trabajo e ingresos, el precio de los viviendas, vestidos, alimentación, transporte y muchos otros temas económicos, sociales o ideológicos de tan poca o incluso menor cuantía.

                Tendrán que recordar entonces el genial sistema hoy imperante, en el que, mezclando el fútbol con los intereses nacionales, regionales o locales, la concentración en “catedrales deportivas” de masas sin precedentes para proporcionarles un espectáculo único, su conexión con distintos tipos de loterías, el pago de cifras astronómicas a los futbolistas para dar importancia a su actividad, se pudo conseguir que la atención pública se volcara mucho más hacia ese fenómeno de dar patadas a un balón o al contrario que a los proporcionalmente nimios e insignificantes temas ya citados. El fútbol es, literalmente, encantador.

                 En este contexto, la noticia de que el Real Madrid es ya el equipo de fútbol más rico del mundo es particularmente alarmante.

20060228. La crisis del Real Madrid.

                            ”-Pero, hombre, ¿cómo quiere usted que un millonario como yo se concentre en dar pataditas a una pelota?”  En clave de humor, un caricaturista planteaba así ya hace algún tiempo la crisis de fondo que hoy afecta al Real Madrid. De forma más académica, una ley sociológica explica que todo el que triunfa en su profesión acaba perdiéndola, porque adquiere tal cantidad de compromisos y posibilidades económicas y políticas que su administración le impide seguir dedicándose a ella.  En este caso concreto, y nombrando a un jugador, Ronaldo, nada menos que el futbolista-ministro Pelé ha sentenciado que “podría haber sido mejor futbolista si no le hubieran afectado sus problemas fuera del campo”.

                           Ahora el presidente del Real Madrid ha dimitido, al reconocer haber mimado demasiado a los jugadores “galácticos”, que han llevado al club a una sequía de triunfos sin precedentes, “aunque”  ha encumbrado la entidad hasta convertirla en el club más rico del mundo. Falta reconocer la relación existente entre ambos fenómenos, aparentemente antitéticos. “La avaricia rompe el saco”, y el futbolista aplastado por el enorme saco de oro acaba preocupándose más su bolsillo que su balón. Pero esta relación entre ambos hechos no puede ser confesada, porque el fútbol hace tiempo que no es un deporte, sino un inmenso espectáculo político, que exige revestir de oro a sus ídolos para que el público los adore hasta el punto de olvidar sus problemas personales y su posible solución, desahogándose en la admiración de esos superhombres que defienden… sus colores.

20060221. Carnavales castrados con Gallard…ía.
                                        De un modo algo menos cutre, y por eso aún más peligroso, que el anterior alcalde de Madrid, el capillita sevillano Álvarez del Manzano, especialista en presidir procesiones acompañado de bandas (musicales) falangistas, el “nuevo” alcalde está completando su piadosa obra de lucha contra el (tan relativo) paganismo madrileño desde su tan distinguida y “moderna” secta católica, el Opus Dei.

                                         Por mencionar sólo a los mal bautizados Carnavales, Ruiz Gallardón, consolidó de entrada el arrinconamiento de su Cabalgata a una esquina de la ciudad, negándole la espina dorsal Castellana-Cibeles; este punto “noble”, de la antigua diosa pagana Cibeles, está ahora reservado –además de al desfile de las ovejas propiamente tales, de la Mesta- a la Cabalgata “buena”, y algo más cristiana en su bruma legendaria, de los Reyes Magos. Y hoy día, con no menos gallard… ía, ha acabado de eliminar la participación de los ciudadanos, de modo que de las doscientas (200) carrozas e innumerables comparsas espontáneas de tiempos de Tierno Galván este año va a conseguir llegar al límite increíble y récord absoluto de… cinco (5) carrozas superselectas, ultraoficiales y, sobre todo, requete… seguras, que eviten todo peligro de la tradicional crítica social, política, cultural o religiosa de los Carnavales. Hazaña que merecerá, sin duda, la bendición del bendito cardenal Rouco, que hace un año todavía nos reprochaba a los residentes en la urbe de que “en Madrid se peca muchísimo”.

                                       Felicidades, señor Gallardón: ha cumplido usted aquí por entero el ideal de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, que es el lema central real de su partido populista, anclado, con muy buena conciencia, como si todavía estuviéramos en los tiempos de Carlos III o del franquismo, en el despotismo ilustrado.

                                     ¡Y pensar que todavía en 1990, señores del PP, cuando todavía creían algo en el pueblo y en el juego democrático, me dieron ustedes mismos un premio desde ese Ayuntamiento, con un hermoso trofeo y 5000 pesetas, por la charanga que organicé para denunciar la corrupción política, entonces del PSOE!  ¡Ojo! no es que yo, profesor de ciencias políticas, cometa el imperdonable error profesional de acusarles de incoherencia. Porque ya antes el alcalde Tierno Galván me había premiado otra charanga en que la criticaba ciertos aspectos de la ideología en la que se apoya el PP; y ustedes quieren tener solos toda la razón, lo que es incompatible, a las pruebas me remito, con todo Carnaval, libertad y democracia sin adjetivos, no adulterados.