Cartas a la prensa – Deportes – 2002

20020905. Futbolistas supermillonarios y estresados.

Ronaldo se lesionó, palabra de médico, por el estrés de su fichaje. ¡Qué mala pata! También la nuestra, la de todos los españoles, que asimismo nos lesionamos al tener que pagar muy caro ese fichaje:  desde lo menos, la policía estatal que le protege, hasta la astronómica cantidad que esa “distracción” sabiamente manipulada por los de siempre les permitirá seguir extrayéndonos, al arrinconar aún más nuestros verdaderos problemas e intereses. Radios hubo que interrumpían su programación para dar noticias sobre el hecho, y hasta el diario que presume de más serio de este país nos endilgó en días sucesivos enormes fotos en primera plana de este “científico en dar patadas”, en un contraproducente intento de competir con los cada vez más vendidos diarios deportivos, de los que ya se “disfrazan”, invirtiendo el orden de sus páginas los lunes, otros diarios.

“¿Cuantos sabios nos cuesta cada futbolista?” se preguntaba hace pocos días, ante todo esto, un humorista. Lo más sabio, se nos inculca de mil maneras, sería el aceptar ese insulto a nuestro trabajo, que parece que no vale nada en comparación con el que los manipuladores de arriban deciden premiar para desmoralizarnos y dominarnos, el no preocuparse por esas enormes lesiones a nuestros intereses, a no ser que se trate de las producidas por el estrés a esos supermillonarios futbolistas, nuevos ídolos que son cómplices privilegiados del nuevo régimen.

20020517. Vacaciones salvajes.

Mucho peores aún para el público que las “huelgas salvajes” son las que podríamos llamar “vacaciones salvajes” que, sin previo aviso real, dejan colgado al público; como el dejar sin servicio en los bancos, e incluso ciertas administraciones públicas, durante toda la semana de del patrono religioso de Madrid, san Isidro, la última hora del horario habitual. De poco sirve que pongan un cartel anunciando el hecho si tantos usuarios no se enteran hasta que topan de bruces con él en la puerta sorpresivamente, para ellos, cerrada.

El problema se repite año tras año, incluso entre los residentes, puesto que en Madrid  no se suele notar en la calle que esa sea la semana “mayor”… de menor servicio. Agrava encima el perjuicio a los ciudadanos el que esa hora sin atención no sea la primera, sino la última, de modo que el usuario frustrado no podrá conseguir el servicio, a veces tan necesario como el de los bancos, sino el día siguiente… si éste no es ya, como es tan probable, el del fin de semana, o el de la susodicha fiesta patronal. Consigan en buena, repito, en buena hora más tiempo de descanso los trabajadores: pero háganlo buscando fórmulas que no perjudiquen tanto a los demás.

20020514. Descaro maratoniano.

Visto que han publicado dos cartas contra J. M Guelbenzu, además de la andanada del Defensor del Lector, me parecería justo que publicaran otras en favor suyo, como la mía. A no ser que predomine hasta ese punto en la redacción el miedo a salirse de lo “políticamente correcto”, avatar del “pensamiento único”, y de la antigua Inquisición.

Resulta bochornoso leer las divagaciones, que no llegan ni a la categoría de argumentos, de un Jorge López, que llega a “razonar” que si fueran exhibicionistas irían a presentarse al Gran Hermano (¿pueden los 12.000?) o que no todas las tradiciones son buenas (¡!). Lo más cínico es que después de pedir farisaicas disculpas por las molestias que causa la maratón, en lugar de proponer trasladarla a donde no las cause, insiste en “disfrutar por un día” de copar la ciudad (¿ese perdonavidas quisiera más días aún?) y, como todos los dogmáticos, ofrece su generosa “política de integración”: para pasarlo bien, que la víctima se integre en el sistema maratoniano, ¡y a correr!

20020513. Fastidioso maratón.

¡Encima, inquisidores, no dejando ni el derecho a protestar por sus abusos! Bien demuestran lo que son los ocho (8) corredores que protestaron a un diario de Madrid contra las quejas de quien se vio afectado por los cortes de tráfico que provocó la Maratón Popular. Y eso porque su víctima les llamó “exhibicionistas”, que es el calificativo más suave que se puede dar a quienes, si de verdad amaran, como dicen, el deporte, correrían en zonas más ecológica y cívicamente correctas, no para hacerse ver. Son los mismos que antes se exhibían en los rosarios de la aurora, despertando a los demás. En el fondo, su deporte es el exhibicionismo, el pretender ser los mejores en lo que hoy está de moda; su mayor goce –su auténtico deporte y su religión, hoy como ayer- es, por supuesto, el fastidiar a los demás.

Por si esa proyección freudiana de pretender ser ellos los molestados fuera poca, el llamado “defensor del lector” de ese diario añadió la propia, minusvalorando al culpable de haberse quejado, escribiendo que al ser sólo un individuo el afectado, eso era una minucia respecto a los 12.000 corredores. Por supuesto, mal “defensor” puede ser el que no entiende, como es tan frecuente en este país, ni los rudimentos de la democracia, que prima el derecho de uno sobre el abuso de una mayoría, aunque sea de doce mil o doce millones; claro que esta reflexión puede parecer ridícula a estos demócratas novatos y mal reciclados del pasado. Pero es que además, limitándonos a lo puramente cuantitativo, esos doce mil “deportistas” fastidian a muchos más miles de ciudadanos: a algunos, poco; pero a otros de modo grave, haciéndoles frustrar, como yo he conocido casos, sus viajes al exterior; pudiendo perderse, entre tantos millones, muchas citas u otras conexiones de valor incalculable; y todo, repitámoslo, por el capricho exhibicionista de unos ciudadanos mal educados que se arropan tras la permisibilidad que les dan intereses comerciales y políticos tan evidentes como perjudiciales para tan gratuita como impunemente correr a correr donde más pueden sobreponerse, arrinconar y fastidiar al conjunto de la ciudadanía.

20020509. El público de los toros y del fútbol.

Estoy muy de acuerdo en que el fútbol es hoy un espectáculo violento, un negocio sucio, al que sólo “de manera irresponsable se le puede seguir llamando deporte”, según dice en su carta don Arturo Espinosa. Pero no coincido en la alabanza que este señor hace del público que asiste a las corridas de toros. Como miembro de varias organizaciones he repartido en múltiples ocasiones miles de folletos a ambos públicos, pudiendo así verlos muy de cerca y ser testigo privilegiado de sus reacciones. Y debo constatar que, aunque con modalidades diferentes, en parte por ser muy superior la edad de los asistentes a las corridas de toros, y por no existir entre sus aficionados la división regional o nacional del fútbol, en modo alguno puede afirmarse que su nivel de educación sea mejor, ni que sus reacciones en la plaza, en determinadas circunstancias, sea más equilibrada y civilizada.

20020307. Copa de fútbol discutible.

Por supuesto que me alegro que haya ganado el más pobre, sin influencias y tan injustamente tratado. Pero este final sorprendente y afortunado es, en el fondo, sólo anecdótico. Lo grave, dada increíble importancia social que ha adquirido el fútbol para tapar otros “espectáculos”, es que de modo tan oficial se haya impuesto la ley del embudo, la más vergonzosa antideportividad, como es planear un concurso con un sólo encuentro en la ciudad y el campo de uno de los contendientes. Y que las “razones” del lobo dadas para justificarlo, como que ese lugar ya estaba designado antes de que fuera finalista el Real Madrid, o que era el año del centenario de ese equipo, hayan sido toleradas por tanta gente. Es el triunfo de la ética de que lo que importa es ganar como sea, por dinero, abusos y triquiñuelas antideportivas, que llegan incluso a considerarse un “mérito” adicional, y cuando, como en este caso, se tiene detrás el poder económico y político, un aún más ignominioso diploma de chulería.

Por si todo esto fuera poco, y dando una nueva y preocupante dimensión a tan monumental chanchullo, nos encontramos con el hecho, ya subrayado por algunos, de que esa Copa lleve el nombre y sea entregada por el Rey, lo que sirve sin duda al prestigio de la monarquía, ni de la clase política en general. Sólo se salvó la estatua de una diosa antigua, la Cibeles, que al perder el Real Madrid no fue de nuevo ritualmente violada por jugadores y fanáticos, que suelen dar así una prueba  “ritual” más de su (in)cultura.

20020216. Nacionalismo y fútbol.

El deporte, que debiera unir sanamente a los pueblos, según el ideal olímpico, ha sido manipulado por el nazismo, comunismo y otras ideologías para propagar sus nefastas teorías. Lo mismo siguen haciendo los ultranacionalistas que, aquí mismo en España, han llegado a apalear e incluso matar a los “enemigos” del equipo de fútbol Barcelona y del Madrid. Y todos sabemos que, pese a sus hipócritas lamentaciones, ciertos grupos políticos nacionalistas fomentan, e incluso subvencionan, a los grupos ultras “deportivos”.

Para evitar que sus fanáticos creyentes puedan perder su fe nacionalista con “base” futbolística, esos políticos procuran ocultar el nacimiento y naturaleza reales de esos clubes de fútbol que hoy día, y cada vez más, “son más que un club”. De ahí que silencien el verdadero origen del club de nombre hoy tan “escandaloso”, como el Español de Barcelona, hoy rebautizado como “Espanyol”, con una intencionalidad manipuladora, no porque el idioma catalán no sea español, ni porque esto no corresponda a la historia real. Porque, de hecho, estando ya el Barcelona C.F. fundado y compuesto en gran parte por ingleses residentes en Barcelona, denominaron en su día con toda propiedad “Español” al suyo quienes fundaron un nuevo club de fútbol compuesto por catalanes. También se ha intentado silenciar, incluso al cumplirse el centenario de la misma fundación del Real Madrid, es que el fundador-presidente del club y su sucesor fueron… catalanes residentes en Madrid.

Ojalá estos hechos puedan abrir los ojos de algunos talibanes deportivo-nacionalistas y hacerles tomar una posición más sana y equilibrada respecto al deporte, despreciando olímpicamente esas rastreras perversiones politiqueras que lo han convertido en un espectáculo irracional y envenenador, una droga que lleva a sus aficionados lleva al embrutecimiento e insensato enfrentamiento entre sí, para provecho de unos pocos sin escrúpulos.

20020208. Copa del Rey.

Se quejaba un periodista de un diario capitalino (“casualmente” liquidado poco después) de que se conociera ya el nombre del ganador del último premio Planeta mucho antes de que el jurado terminara sus presuntas deliberaciones, y que encima la presencia del Rey en ese banquete… de influencias avalara en cierto modo el chanchullo.

Más grave aún, por tratarse de un premio mucho más importante y codiciado en circunstancias “culturales” que hoy padecemos, y por ser una injusticia pública y oficial, e incluso llevar este premio directamente el nombre del Rey, son las condiciones que se han dado en otro concurso, “deportivo” (¡!), a partido único, en el que sólo uno de los equipos juega en su propia ciudad, e incluso en su mismo campo.

Hace tiempo que sabemos que algunos hacen del patriotismo su negocio, y lo utilizan como tapadera del cubo de basura. Ya es hora, y los monárquicos deberían ser los más interesados en ello, de que se depuren responsabilidades pasadas y se prevengan en el futuro situaciones tan lamentables.

20020202. Fútbol en España.

La final de Copa entre el Deportivo de La Coruña y el Real Madrid se juega en Madrid, e incluso en el estadio del Real Madrid. Así, de modo deliberado y público, así gana el Madrid… ayudado también por otras “técnicas”, desde su jugador número doce, el árbitro en no pocas ocasiones, hasta sus matones guardaespaldas, los intimidadores ultrafachas (“a pesar” de sus periódicos lavados de cara rituales para salvar las apariencias, abluciones farisaicas aún más irritantes).

Este hecho muestra la corrupción total, no ya sólo de un equipo, sino de las organizaciones estatales de fútbol, que hasta tal punto amañan los resultados del Madrid (y, a nivel regional, de otras sociedades anónimas deportivas poderosas), considerando que han puesto en este espectáculo de “diversión” demasiado dinero y política para dejarlo después al azar, para tolerar que sea un asunto de juego… limpio; todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros, añaden, demostrando que seguimos en plena democracia… organizada. Y ¿cómo cambiarla, cuando tienen detrás a tantos millones de seguidores voluntarios -resignados o incluso entusiastas-, de sus “machadas”? El fútbol es la mejor escuela y reflejo del tipo de sistema sociopolítico aún imperante en España.

20020122. Botellón sin solución.

El no poder dormir es una de las mayores torturas que puede padecer el ser humano, y lleva a la enfermedad y la muerte mucho más rápidamente, y con mayores sufrimientos, que el hambre. De ahí que el ruido nocturno sea aún más nefasto para la salud que el diurno, y deba ser perseguido por el Estado de derecho con una especialísima severidad.

Por otra parte, cuando ese Estado de derecho no es un mero Estado policiaco, sino democrático, no debe contentarse con la represión, sino ir a las raíces del problema. Y está claro que, en el actual problema del botellón, la gran mayoría de los adolescentes no se reúnen a beber a la intemperie, máxime en invierno, por puro gusto de fastidiar al prójimo, sino porque nuestra sociedad mercantilista no les ofrece los ambientes en los que puedan pasar unas horas sin molestos hacinamientos, ruidos también muy nocivos para su salud e incluso gases tan letales como el tabaco.

De ahí la necesidad de promover medidas tan justas como imaginativas que permitan resolver de verdad y satisfactoriamente para ambas partes, tanto los problemas del conjunto de la población, amenazada en su vital necesidad de dormir como los de ese importante sector de los más jóvenes, de modo que también ellos puedan pasar más cómoda y menos conflictivamente esas horas destinadas especialmente a su vida de relación y a un “ocio” muy necesario. Y esto requiere, junto con otras medidas más aleatorias, el habilitar amplios ambientes, debidamente equipados durante esas horas, en adecuados espacios abiertos o cerrados, públicos o concertados, gratis o por un precio simbólico, destinado a los gastos de mantenimientos de esa actividad.

20020103. Petardos mortales.

Un hombre acaba de perder una pierna por la explosión de un petardo. Todos los años padecemos heridas y amputaciones graves, e incluso muertos, incluso entre pacíficos viandantes, como en este caso, por ese motivo. Sin embargo, nunca hemos visto una campaña educativa seria para erradicar esa tan estúpida como peligrosa costumbre, que siempre daña la salud y tranquilidad de los demás con sus groseros decibelios, además de aumentar la ya excesiva contaminación atmosférica.