Cartas a la prensa – Comunicación y Censura – 2018

20181017. Libertad de expresión fascista.

                             Nadie hace más daño a la libertad de expresión que quien la caricaturiza, absolutizándola. Bien lo sabía el franquismo que, para prohibirla, decía incluiría el gritar “¡Fuego!” en un teatro. Lamento mucho pues que en “El País” haya quien apoye que “quemar una foto del Rey es libertad de expresión, pero también lo es exaltar el franquismo”. Como si fuera lo mismo elegir entre monarquía o república que el acabar de nuevo con la democracia. ¿Daniel Gascón, que lo afirma, no sabe ni eso, o lo hace para colarnos el tolerar el fascismo? Dice que la libertad de expresión no es “irrestricta”, pero ese y otros ejemplos que pone, es decir, los hechos, los substantivos y no los adjetivos, demuestran todo lo contrario, legitimando el defender el franquismo.  Alerta, pues, para los auténticos demócratas.

20180210 Seriedad sobre tráfico.

                         “Vecinos y expertos ven en la reducción a 30 por hora un freno a los atropellos” titula a toda página un diario madrileño que presume de serio. ¿En serio hace falta ser vecino o experto para decir esa perogrullada? Más aún, añade en tono alarmista que desde 2015 las muertes han subido un 50%… de 10 a 15. Y el año pasado tituló que en un año “se dispararon” de 6 a 16 (casi al triple). Con cifras tan escasas, cabe poner porcentajes sensacionalistas, que ignora los fuertes altibajos anuales, sobre todo, factores tan importantes como el aumento y envejecimiento de la población y de los automóviles. Pronto ese periodismo amarillo propondrá la solución total: velocidad cero.  ¡Qué país!

20180101 Sin fútbol, valgan los crímenes.

   Cuando los historiadores analicen cómo nuestra sociedad ha llegado a esta récord de degradación y desigualdad, tras las esperanzas que generó la muerte de Franco, señalarán sin duda la continuidad casi intacta de la anterior (in)Justicia y la de los obispos dictadores de normas morales (anti)evangélicas, así como el reforzado poder financiero y cómo corrompieron con la mayor impunidad a los políticos. Pero también, en lugar destacado, subrayarán la servidumbre a los anteriores de aquel cuarto poder que Tocqueville consideraba más importante para una democracia que un Parlamento: la prensa libre.

           La más clara prueba hoy contra esa prensa –para no hablar de la TV, etcétera- la encontramos en este primero de enero de 2018, en que deberían reflejar e impulsar planes que no sacaran de nuestra gravísima crisis económica, política y hasta territorial. Por el contrario, al no poder distraernos para impedir arreglarlas con el actual máximo opio del pueblo, ya que los futbolistas están de vacaciones, los diarios abren y continúan con titulares (he contado hasta once artículos en uno sólo) con detalles morbosos del  asesinato de una particular hace tiempo; récord que deja en ridículo a la revista sensacionalista “El Caso” del franquismo.”. ¿Merece otra prensa un pueblo que así, día a día, la sostiene y paga,  y con ella a un Gobierno que amordaza también hasta con leyes explícitas a los pocos que aún nos atrevemos a criticarlos?