- Rufián, el gran rufián.
Los apellidos responden a las características fundamentales, educacionales y genéticas, de las familias. El que hoy, cuando es posible renunciar a esos apelativos denigrantes, algunos no tengan vergüenza en mantener algunos tan infamantes como el de “rufián”, aun siendo congresista de España, dice algo sobre su personalidad. Máxime cuando ese político alaba a quienes actúan chulescamente, a la brava, como el jefe de Vox, Abascal, al que dice tener menos miedo que a Yolanda Díaz, como denuncia Ana Colau.
Sí, por la boca muere este bien apellidado rufián. En realidad, él no hace sino continuar su traición a los suyos, queriendo imponer a otros “charnegos”, por presión económica, política y la pura fuerza física cuando puede, lo que Abascal y los suyos también utilizan a escala de toda España. Nacionalismo, fascismo puro y duro, mortal, como ha demostrad demasiadas veces nuestra historia, la europea y la del mundo entero.
- Triunfo de los patriotas de verdad.
El 23 de julio ha sido el triunfo de los patriotas de verdad, no de los fariseos que quieren monopolizar España para ocultar sus sucios negocios. 700.000 ciudadanos menos han votado ahora al independentismo catalán que en 2019; hoy sólo son ya un millón de los dos que eran en 2012. Y España se ha ahorrado la gran vergüenza de que presida la UE un español apoyado por el narcotráfico, analfabeto lingüístico y asombrosamente ignorante en política, economía, historia, etc., que sólo por el fracaso de Casado y falta de candidatos se atrevió a presentarse a dirigir el PP. De buena nos hemos librado, a pesar de la irresponsabilidad de los partidos “patriotas” que le han apoyado.
- “Invasión” ciclista a Cataluña.
Quizá intentan así disimular algo su fuerte descalabro, porque en las últimas elecciones sólo ha quedado un millón de votos independentistas, cuando en 2017 eran el doble. De hecho, dibujan en sus panfletos una urna y una papeleta con una estrella. Pero rara “invasión” ciclista es la que se repite desde hace décadas y en la que participan y cobran ciclistas y Diputaciones de los países catalanes, de los que se hace una propaganda que ya quisiera zonas físicamente aisladas.
Sin embargo, la dura experiencia muestra que no se les puede tratar sino aplicando las leyes que guardan una democracia a estos “defensores la república” (CDR), ignorantes e incluso tramposos y violentos, que quieren retrotraernos a la gran mayoría de catalanes a un pasado medieval, en gran parte inexistente o no tan glorioso como todos hubiéramos deseado.
- Subibaja del independentismo catalán.
En pocos días, el independentismo catalán, por un notable azar electoral y las posibles coaliciones del PP y PSOE, ha visto cómo poder multiplicar su poder político. Pero, también, dos hechos han debilitado mucho dos de sus principales argumentaciones por la secesión.
En efecto: este sábado, Londres ha protagonizado una gran manifestación contra la separación de la UE, rechazada ya casi por el doble de ingleses que los que todavía la aprueban. Por otra parte, cada día está más cerca del banquillo el Barça, tramposamente “más que un club”, al sobornar durante muchos años a los árbitros (aparte de que su mejor jugador fue un argentino que, vista la situación, tuvo a honra no aprender el catalán); y este mismo fin de semana el ya el Sevilla ha rechazado compartir su palco presidencial.
Los catalanes de ocho apellidos, y todas las personas de bien y “seny”, nos felicitamos del rotundo descalabro de ese antidemocrático, ruinoso y corrupto independentismo, que ha dividido, empobrecido y llevado a esta vergonzosa situación a nuestra tierra; y esperamos que partidos realmente patriotas impidan que unos indeseables puedan hacer más daño aún, con sus votos, a España entera.
- Insulto a los españoles.
Ayuso ha tenido el descaro, para intentar favorecer al PP, de insultarnos a todos, afirmando sobre la amnistía que “Si esta indignidad triunfa, pronto no habrá españoles”, nos separaremos todos. Miente, porque no puede ignorar que en las Autonómicas han votado por el independentismo catalán la mitad que lo hacían cuando gobernaba, a palo limpio, el PP; y que sólo el diez por ciento (10%) aprobaría una ruptura violenta.
Sin duda, el tema de la amnistía es muy complejo, y caben muy distintas soluciones. Catalán, como mi familia, he participado activamente en la reciente manifestación contra la amnistía en Barcelona. No se puede, con todo, ser tan tajante y dogmático, como esta presidenta irresponsable, procedente, peor aún que de Vox, de la Falange, el grupo más alabado por Hitler. Una alternativa a la amnistía, que propone Esperanza Aguirre, como otros del PP y PSOE, serían unas nuevas elecciones, que clarificaran esta “endemoniada” situación.