Cartas a la prensa – Política – Asia D -2023

  1. Judíos infieles.

Unos judíos infieles a su religión se quejan ahora de que, al volver al poder el ya tan conocido fanático Netanyahu, haya asentado “un golpe mortal”, dicen, a los jueces y a la democracia. Pero ¿cuándo ha sido Israel una democracia? Ocupan un territorio palestino robado con métodos terroristas clásicos por sus correligionarios, apoyados por una Inglaterra colonialista. Desde el primer día han discriminado a los palestinos de verdad más que en Sudáfrica; y encima declarado sin vergüenza, por ley, que todo el territorio es un Estado racista, sólo judío.

¿Cómo tienen ahora esos malos judíos el descaro de pedir también para si las radicalmente contrarias libertades modernas, esclavos como han escogido ser -para gozar de los privilegios de los esclavistas- del pueblo explotador, por ser el elegido por Dios? ¿Acaso no es renegar del judaísmo pedir una democracia, intentando jugar a dos barajas? El “pueblo elegido”, auto legitimado para perpetrar acciones que en otros serían los mayores crímenes y genocidios, lo hace en nombre de un dios, arcaica y feroz proyección suya, que condenaba a los de su mismo pueblo a muerte por mil estúpidas causas y le ordenaba también matar a todos -incluso mujeres y niños- los de otros pueblos y apoderarse de su tierra.

¿No ha sido esa sádica, mortal semilla, la que ha envenenado el islam e incluso al más convivencial cristianismo, introduciendo una venganza espantosa y eterna, el infierno, de un dios pretendidamente de amor? ¿Cómo pueden pretender en este tercer milenio gozar ellos de una democracia los seguidores de un Dios infinitamente cruel y tiránico?  No se puede comer a dos carrillos, soplar y sorber, hipócritas.

 

  1. Una democracia imposible, Israel.

El país que más países ha invadido nunca a otros -si lo sabremos los españoles-, es decir, Inglaterra, “regaló” un territorio que no era suyo a una arcaica minoría religiosa, que se apoderó de él por los más clásicos métodos terroristas, atrayendo masivamente después a más miembros de su secta y matando y oprimiendo desde hace muchas décadas, a sus legítimos dueños. Secta que incluso ha tenido el descaro de proclamar esa tierra Estado racista, superando en casi todos los aspectos a lo que llegó a ser Suráfrica.

Sin embargo, esos despiadados invasores todavía tienen el valor de presumir de constituir una democracia de tipo occidental, y ahora mismo se están quejando con manifestaciones sin precedentes de las dictatoriales leyes contra los jueces que está imponiendo su ultraortodoxo presidente, siguiendo en parte ya las bárbaras órdenes inspiradas por su divinidad. Nada más justo y merecido que el que ellos también pierdan la libertad que han arrebatado desde hace tanto tiempo sangrientamente a los legítimos habitantes de ese desgraciado país.

 

  1. Opio “documental” europeo.

       Todavía estoy en estado de shock tras ver un documental que todavía defiende la introducción masiva del opio en China y consiguiente terrible daño a su población, porque -osa decir- los pobres ingleses necesitaban hacerlo para que China les vendiera su té; y como el Gobierno chino prohibió el opio, “Inglaterra “se vio obligada” (sic) a emprender, con otros países europeos favorables a “la libertad de comercio”, la inhumana “guerra del opio”, hasta derrotarla y saquearla.

         El colmo es que esta remozada droga bélica contra la convivencia mundial ha sido urdida y difundida mundialmente por ARTE, G.E.J., cadena pública financiada por Francia y Alemania. ¿A dónde vamos a parar con esa defensa de una guerra tan injusta entre bloques hoy nuclearmente armados? ¿A dónde, si no paramos a tantos necios nacionalistas?

 

20220824b. “La India está en la Luna.”    

Este es el titular de un gran diario madrileño. Exacto en su sentido geográfico, pero también correcto y trágico si se refiere al estado mental de sus dirigentes y al vital de sus habitantes. Porque ese hito técnico lo ha conseguido el presidente Modi a base de una aún mayor privación de los bienes necesarios en todos los órdenes para la gran mayoría de los más de 1.800 millones de indios, sometidos a una dictadura político-religiosa sin par y cuya situación tras este “éxito” tan inhumano no hará sino empeorar.

Cuando India hizo estallar en 1988 su primera bomba nuclear, algunos pretendimos, con poco éxito, alertar a la opinión pública española para que denunciara ese obvio desastre mundial. Al año, Pakistán hizo explotar su bomba y, preguntado, respondió que ellos no pensaban hacerlo, pero lo había hecho la India y la opinión mundial apenas protestó. ¿Aprenderemos algo más tras esta costosísima historia lunar para el tan oprimido pueblo indio y quizá pronto para todos? Levantémonos todos levantándonos contra ese uso inhumano y antiecológico de los recursos.