Amar al prójimo fue el mandamiento clave que Jesús dio a sus discípulos. No hay nada más contrario a esto que propiciar, incluso con su silencio, máxime estando ligado al peligro, su enfermedad e incluso muerte.
Con una velocidad vertiginosa, vuelve estos días a España la epidemia de covid; e incluso de gripe, que afecta a tantos ciudadanos y que mató el año pasado a 8.000. Los medios de difusión, cumpliendo su deber, nos avisan.
Sin embargo, no he oído a ninguna autoridad eclesiástica que nos alerte contra las reuniones de celebración en Nochebuena y Navidad, ni siquiera contra las de fuera de los templos, que son las que hacen aumentar más el número de víctimas. Puede más en esos jerarcas el intentar mantener esos restos de ritos pseudoreligiosos, que el salvar la salud e incluso vida de sus fieles. Hasta ese punto llega su corrupción.