Al Cristo de la Amargura

¡Cristo de la Amargura!

Cuando al pasar junto a mí

Tu divino rostro contemplo

En la callejuela oscura,
cuando sales de tu templo,

Escoltado por las filas

De devotos nazareno

Que van tu Cuerpo guardando

Con paso grave y sereno,

Mientras las velas, que oscilan

Al suave soplo del viento,

Reflejan en mis pupilas

Los rasgos blancos y negros

Que su luz débil e incierta

Arranca de tu rostro y cuerpo,

Siento un extraño ahogo,

Malestar, desasosiego,

Viéndote a Ti malherido Y viéndome a mi riendo.

¡Riendo, sí Jesús mío!

Porque mientras tu Cuerpo bendito

Alumbrado por las velas

Va pasando despacito

Por la estrecha callejuela,

ajeno a tus pesares,

ajeno a tus dolores,

a tus deseos de amores

y a tus grandes sufrimientos

miro más dl “paso”

lo artístico y lo bello:

el valor de la escultura,

los hermosos candeleros,

las brillantes armaduras

o el rico respiradero.

¡Y mientras Tú pasas

Destrozado junto a mí,

No encuentras una mirada

De compasión hacia Tí!