Una situación escandalosa
Para su nivel de desarrollo, los españoles se encuentran escandalosamente desprovistos de medios anticonceptivos: apenas la mitad de los casados tiene acceso real a ellos. España es uno de los pocos países del mundo en donde no existe ninguna asociación nacional, ni pública ni privada, de planificación familiar. Incluso su gobierno central acaba de pagar un precio enorme por una mezquina ley de aborto, sin concientizar ni prestar servicios en cantidad apreciable sobre anticoncepción.
España es distinta, y en algunos aspectos, como vemos, bastante distinta de otros países, pero, por supuesto, no es «diferente», y la experiencia ajena puede sernos muy útil. Aquí procuraré esbozar algunas de las raíces de nuestros problemas, a los que he dedicado especial atención en los últimos 25 años en varios países de Europa y América, y he desarrollado en mi recién publicado «El problema poblacional: demasiados españoles».
1. Desprecio por la «superestructura» demofamiliar
Dentro de la izquierda política, que pudiera apoyar la planificación familiar, no pocos marxistas vulgares, ayudados por su machismo y puritanismo, menosprecian este tema como algo secundario, «que se arreglará con el cambio económico (o político)». La experiencia ya secular les desmiente. Hay que saber «tocar el piano con los diez dedos» (Mao) y el que teme «distraerse» y se especializa en uno solo, aunque consiga «dar la nota», ésta será reinterpretada en el contexto anterior.
2. Oposición al «revisionismo» del control natal
Otros izquierdistas no sólo menosprecian sino que se oponen a la anticoncepción, que creen impide las crisis revolucionarias. Pe ro estas crisis que permiten la revolución son crisis pletóricas, tras largos períodos de desarrollo económico, político, social y cultural, que crean las condiciones objetivas previas. Las revoluciones surgen en los países y zonas relativamente más prósperos, con ocasión de crisis transitorias (antes o porque no pueden alcanzar un estadio imperialista que les permita costear un revisionismo). Con esa lógica, los izquierdistas deberían oponerse también a toda otra mejora del nivel de vida, sindicación, partidos de izquierda; y ya lo hicieron, con resultados tan claros como funestos, en la España de 1936, Chile de 1973, etc.
3. Puritanismo de izquierda
El oportunismo, que desea ganar adeptos y votos a toda costa, impide a la izquierda una crítica completa, lógica, revolucionarla, del «modelo de sociedad». Se es de izquierda, sí, «pero decente», es decir, se desea un cambio en ciertos aspectos político y económicos (cuando sea posible), pero no se quiere ni oír hablar de críticas completas y coherentes a los esquemas familiares, religiosos, sexuales, etc. De ahí las constantes contradicciones en los paíes socialistas (democráticos o no) ante la anticoncepción, máxime para los grupos jóvenes, solteros, etc. Ese mismo puritanismo lleva a menospreciar -a médicos y usuarios- los métodos anticonceptivos eficaces, pero que manipulan los genitales, como el diafragma y el condón (relacionado además con la prostitución) y a utilizar inconscientemente mal todos los métodos, para «castigarse» con el embarazo del placer del coito, lo que es frecuente, según las encuestas, aún en ambientes poco religiosos.
A nivel informativo, se toleran folletos para clases medias, como los de Maria Stopes, pero los que están escritos para que los puedan entender las clases trabajadoras, como los de Margaret Sanger, son declarados «obscenos», según observaba B. Russell y he te nido que comprobar aquí en España. Por esa misma mentalidad puritana, buena parte de la propaganda anticonceptiva es irrelevante o incluso contraproducente a nivel subliminar (Mucha).
4. Falso radicalismo sexual y feminista
En reacción a la hipocresía sexual de esa izquierda, que aún les resulta más insoportable por su ilogicidad que la de la derecha, pequeños grupos elitistas caen en un extremismo utópico; y en un ambiente global de escasa emancipación económica y política, y menor incluso en el campo cultural, religioso y moral, lanzan consignas de conquista de la anticoncepción «para el placer» que no pueden ser todavía bien comprendida por la mayoría y son pues contraproducentes, pero que sacian su ego narcisista de ser muy «avanzadas».
En particular reivindican como panaceas la masturbación, las relaciones heterosexuales no coitales y la homosexualidad, no como complemento, sino como alternativa, es decir, como sustituto total a la anticoncepción. Pero toda opción sexual, para ser liberadora, de be ser libre, suponiendo la posibilidad real de optar por lo contra rio, sin presión ni temor.
En esa línea, el emplear como ciertos movimientos feministas estos últimos años muchos más esfuerzo en propugnar el aborto que la anticoncepción, muestra a las claras hasta qué punto desconocen las necesidades prioritarias -cuantitativa y cualitativamente- de las mujeres españolas, y su egoísmo por solucionar primero su propio problema.
5. La visión individualista de «derecho a la anticoncepción»
Si la izquierda en buena parte menosprecia e incluso mira con recelo y se opone a la anticoncepción, la derecha, aun tan preponderante como poder fáctico y, en este campo, también fuerte poder ideológico en España, pide muchos hijos como prueba de que se les quiere, de ser «viril» o «muy mujer», para tener una España «grande mano de obra barata, carne de cañón de salvadores de la patria, etc.
Ante este fuego cruzado, la tentación es grande de levantar una bandera neutral y pretender apelar sólo a los derechos humanos a la anticoncepción, reconocidos por las Naciones Unidas, etc.
Pero un derecho aislado, abstraído de su contexto familiar, social, político, económico, etc. es eso: algo abstracto, sin vida, incapaz de mantenerse y multiplicarse, ahogado por los mil argumentos en su contra que aduce la derecha y que gran parte de la izquierda no sólo no combate, sino que incluso en alguna manera comparte.
6. La incapacidad de motivar a la mayoría
Como todo movimiento de «derechos», por su ideología liberal e individualista, esa concepción de la «planificación familiar» está siendo cada vez más incapaz de plantear y resolver los problemas de las mayorías y se hace conservador y derechista.
Su mismo enfoque le impide conectar con las motivaciones predominantes. En efecto: las encuestas muestran que al menos la mitad de las mujeres que practican anticoncepción declaran hacerlo por razones económicas. Al prescindir de un contexto socioeconómico en que encuadrar ese derecho a la anticoncepción se evitan, sí, discusiones, pero se cierra el camino .a la posibilidad de difundir con eficacia la motivación anticonceptiva. Lo– mismo se diga en proporción respecto a la motivación familiar, sexual, religiosa, etc.
Amputada de las motivaciones más poderosas a la anticoncepción, la planificación familiar concentra sus esfuerzos en fomentar la anticoncepción «por motivos de salud» y similares, lo que apenas es determinante, tanto en el campo objetivo -por edad, enfermedad, etc. como en el subjetivo, según declaran las interesadas, en un diez por ciento de los casos, es decir, pequeñas minorías.
7. El fracaso de la mera «planificación familiar»
El objetivo de la planificación familiar, como dice el representante de la I,P P. F. R. L. Kleiman, es «evitar que ocurra el embarazo indeseado; pero la planificación de la natalidad a nivel de las parejas lleva, quieras que no, a la del país; es decir, al control natal. Sin embargo, la planificación familiar no ha conseguido ser en ningún país la solución para ese problema nacional, sino sólo para pequeñas minorías urbanas, en donde su éxito es tan fácil como poco significativo, por limitarse a mejorar todavía más la anticoncepción de los ya antes privilegiados. Esas asociaciones no son siquiera un «primer paso» porque nunca se ha dado «el siguiente paso» (K. Davis). Las mismas características que hacían fácil su introducción impiden su éxito para controlar de modo eficaz la natalidad: como vimos, su insistencia en razones de salud, libertad absoluta para tener los hijos que se deseen, etc.
En efecto: ¿Qué país industrializado, aunque fuera más rico que España, no se vendría abajo si sus familias tuvieran un promedio de 5 o 6 hijos, como ciertos países de América y África, que ven así agravarse su subdesarrollo? Hay que pasar pues del terreno defensivo a la ofensiva, de los «derechos» a los deberes, y mostrar que hoy existe un grave deber de practicar la anticoncepción, para sí mismos, para sus hijos y para los demás y sus hijos, que padecerán las consecuencias de la escasez, hacinamiento, contaminación, guerras, etc. derivados o agravados por la superpoblación; que las familias numerosas nos perjudican a todos; y que las de los ricos, todavía más, por competir con ventaja, consumir y contaminar más.
Sin una orientación social global y coherente, la «planificación familiar» no sólo no podrá conseguir el apoyo del público, sino tampoco el de las instituciones públicas o privadas, puesto que, taren te ella misma de convicción sobre el tema, mal puede hacerles ver — la relación entre la regulación de la natalidad y los grandes problemas sociales, políticos y económicos, según notara ya la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en 1974.
Pero, en el fondo, ¿es esto un fracaso sentido como real por las personas de la planificación familiar? ¿No es en verdad lo que corresponde a esa mentalidad liberal, elitista? El ser «pocos los escogidos» no les permite seguir sintiéndose pioneros, «avanzados»? ¿No facilita su trabajo y evita la competencia? i.NO obvia o suaviza la oposición de derechas o izquierdas.? ¿O es que el autoengañarse, tan humano, es sólo una limitación de los demás?,
8. La obsesión técnica
Como tantos grupos que sienten que van perdiendo la guerra, la planificación familiar se ha aferrado a la ilusión de descubrir un «arma secreta» que permitirá superar ese creciente fracaso. Durante una década se creyó haber encostra el «arma absoluta» en la píldora; lo mismo ocurrió con el DIU y ahora intenta renovarse con otras técnicas, conforme también con la idolatría que el capitalismo y el marxismo sienten por ellas (Demerath). Se olvida que es la motivación la que lleva a emplear o incluso a crear la técnica, que sólo después, en círculo vicioso de desarrollo, facilitará y consolidará esa motivación. EN los países occidentales, por ejemplos, la motivación hizo que la natalidad descendiera a la mitad antes de que se aplicaran las técnicas anticonceptivas modernas (Beebe).
9. La tendencia medicocrática y clinicocéntrica
La insistencia en la motivación sanitaria y la obsesión técnica se conjugaron para hacer creer que la planificación familiar es algo exclusivo del médico, o incluso del ginecólogo (P. R. Williams). En España se manifestó esta tendencia en el Congreso de Gijón; y en Cataluña llegó a crearse una asociación de Planificación Familiar exclusiva para médicos (!). Apenas e% necesario subrayar que en un país en el que la clase médica es tan conservadora que no pocas veces se niega a recetar los anticonceptivos el insistir tanto en los métodos médicos es muy contraproducente. Dejar esta guerra en manos de los médicos nos está llevando a la más lamentable derrota: sólo 6% de los usuarios de España reciben la anticoncepción en alguna clínica. Pero incluso en países con la tradición y medios de Inglaterra, sólo 15% de los usuarios van a las clínicas. Si Marfa Stopes decía: «iCínicas, clínicas y más clínicas!», está claro hoy en muchas partes que la «era clínica» debe ser sustituida por la «era de campo» (E. M. Rogers), en la que en vez de esperar a los usuarios se les vaya .a buscar y suministrar la anticoncepción donde ellos están, multiplicando la motivación y ayuda a la practica anticonceptiva.
Se comprenderá pues la superficialidad con que no pocas veces se critica el monopolio de los médicos en planificación familiar por parte de otros trabajadores de clínicas de planificación familiar que no critican también la orientación clinicocéntrica, con b que parecen más quejarse porno estar incluidos en ese club cerrado que por una visión global y completa del tema. Si bien en otros países hay tendencias a la medicocracia (como a la tecnocracia y otras desviaciones ya analizadas) no conocemos ninguno en que se tenga una visión tan mezquina de la planificación familiar, que cuenta siempre con miembros de profesiones tales como economistas, demógrafos, políticos, abogados, sociólogos, etc.
Muestra de esa exageración clinicocéntrica es la declaración del delegado de Sanidad de Madrid J. A. de Juan en 1983: «No estamos interesados en ofrecer unos servicios en cantidad, sino en calidad» y peor aún la del delegado de Sanidad de Barcelona, Laporte, oponiéndose a campañas de información anticonceptiva porque «no se pueden crear expectativas sin dar unos servicios». iCómo si las necesidades no existieran ya, y como si sólo pudieran satisfacerse con clínicas!
Consecuencia lógica de esta mentalidad de vía estrecha son los reinos de taifas anticonceptivos, en los que cada cual barre para dentro de su clínica, con feroz «autonomismo»: «mi clínica es mi castillo». Así se intenta llegar a la autosuficiencia hasta en pun tos tan grotescos como el editar paro el ámbito de una sola clínica un amplio material educativo, traducido del inglés o del sueco, con el enorme desperdicio consiguiente de recursos.
10. Menosprecio de los métodos populares, «folklóricos».
Como lógica consecuencia de los. desenfoques teóricos e intereses económicos y profesionales ya denunciados, existe una fuerte hipervaloración de los métodos anticonceptivos médicos, clínicos, farmacéuticos; y un no menos exagerado menosprecio por los tradicionales, populares, llamados peyorativamente «folklóricos». Antes pues de concluir con algunas consideraciones prácticas sobre el uso de los anticonceptivos hay que recordar la eficacia (teórica y práctica) y la aceptabilidad de todos ellos, conforme a los datos de los especialistas mundiales y encuestas más fiables.
- ESTERILIZACION: Es el método más eficaz, con el 100%, y cada día más difundido, aunque no todavía en España, prohibida hasta ayer. Hay que darla a conocer y abaratar sus costes. No llamarla «anticoncepción irreversible», lo que es negativo y falso en el 50% y, en algunas técnicas, el 90% de los casos (los varones tienen además la alternativa del banco de semen).
- PILDORA: Su eficacia teórica es del 99%, pero en la práctica desciende mucho, además de estar contraindicado para distintos grupos de edad, estado sanitario, etc. El índice de abandonos en dos años alcanza el 50%. En España bajó su consumo de II a 8 millones.
- DIU: Su eficacia teórica es del 97 o 98%, pero, como la píldora, tampoco pueden utilizarla mujeres de edades extremas, que son las que más lo necesitan; y si bien aquí no hay olvidos, sí expulsiones y otras molestias, de modo que el índice de abandono a los dos años también alcanza a la mitad. Las revisiones y complicaciones encarecen este método.
- DIAFRAGMA: Su eficacia teórica, con jaleas, asciende al 97%, pero la real, práctica, está entre 85 y. 75% (Llowellyn-Jones). Sus dificultades de manipulación, sus limitaciones para el juego erótico, etc. hacen que hoy no lo usen más del 4% en ningún país, excepto el 7% de Dinamarca (donde en 1966 lo usaban el 48%).
- OGINO Y BILLINGS: El Ogino tiene una eficacia del 70%, oscilando entre el 79% y el 53% (Mastroianni). Solo el 60% de las mujeres tienen reglas adecuadas para su uso, y ese porcentaje disminuye por razones culturales, eróticas, etc. El método Billings es quizá algo más eficaz, en torno al 76%, pero aún pueden usarlo menos personas, y los abandonos son aún más frecuentes. La gran probabilidad de que estos métodos propicien el nacimiento de anormales, por fomentar la concepción con gametos envejecidos, bastaría para proscribirlos como un crimen eugenésico.
- ESPERMICIDAS: Demasiado inseguros para usarlos solos, sin diafragma o condón, su eficacia es del 60%, entre 18% y 48% (Llewelyn-Jones); más ineficaces pues que la DUCHA, que, como la LACTANCIA, también ha de desaconsejarse, aunque todos puedan servir para espaciar los nacimientos.
- CONDÓN: Su eficacia, bien fabricado, conservado y usado, puede llegar al 97% (Dr. Tietze); en la práctica, relegado a grupos marginales, está en torno al 90%. Muy recomendable para grupos de alto riesgo por edad, esporadicidad de relaciones, etc. Independiente de médicos («el ginecólogo que lo prescribe pierde cliente»: esto explica muchas cosas…). Inocuo, es el único anticonceptivo que preserva de enfermedades venéreas. Da seguridad visible, palpable, a la pareja, del uso de anticoncepción. De ahí que aumente su uso: 25% en G. Bretaña y Noruega, 40% en Francia y EE. UU. y 80% en el Japón. En España sólo 10%, con poca calidad y la mitad de farmacéuticos que se niegan a despacharlo.
- COITO INTERRUMPIDO: Su eficacia real es del 83% (Dr. Tietze); de hecho fue el método capital para mantener baja durante un siglo la natalidad europea. Eso prueba también que las críticas a su nocividad «son más emocionales que serias» (Dr. Guttmacher), como a la masturbación. Las encuestas muestran que no interfiere en modo sensible con el ajuste sexual. Conocido, simple, «natural» (incluso instintivo), siempre a punto, libre de control médico, gratuito, etc. estas ventajas explican su pervivencia, incluso en países con otros métodos anticonceptivos. EN España alcanza el 44% de los usuarios de anticoncepción; en Italia, el 46%; en Yugoeslavia el 65% y en Bulgaria el 79%.
- ESPONJA VAGINAL: Su eficacia es del 85% según la Food & Drug Administration de los EE. UU., y aún más según otros estudios, si se usa con un espermicida natural (limón, jabón, vinagre). La usan las asociaciones de P.F. de California, Colombia, Tailandia, etc. Su sencillez, eficacia, baratura, independencia de médicos, de farmacéuticos y del coito la recomiendan.
Este brevísimo resumen de los métodos anticonceptivos confirma por su base experimental los desenfoques médicos y clínicos ya señalados en favor de píldoras y DIU, ocultando sus problemas y propalando en cambio falsos «datos» sobre la ineficacia y nocividad de los demás anticonceptivos, lo que no sólo obstaculiza su conocicimiento y uso, sino que contribuye, como profecía autorrealizable, a hacerlos nocivos para la salud (como la masturbación perjudica la salud cuando se predica y se cree que lo hace) y a hacerlos también ineficaces (por aplicarlos sin fe ni cuidado, sólo a marginados).
Esta desviación elitista, antipolular, es tanto más grave cuanto que aparta de la anticoncepción a los que emplean o podrían emplear los métodos no clínicos, lo que, guste o no, corresponde aún y corresponderá por mucho tiempo a la gran mayoría de la población, y a la más necesitada, incluso en muchos países desarrollados.
Elitistas, clinicocéntricas y pseudofeministas, estas desviadones, reforzándose unas a otras, han menospreciado los métodos masculinos, y fomentado la creencia de que la anticoncepción «es cosa de mujeres», tendencia reaccionaria y muy nociva para la anticoncepción, máxime en tantos países en donde, como en España, los métodos masculinos son numéricamente los más empleados.
Por último, hay que subrayar el falso prurito «modernizante» y «científico», encubridor de intereses. económicos y profesionales, de negarse a dar a conocer, más eón, denigrar los métodos no clínicos en un país como España, donde no sólo gran parte de los farmacéuticos y médicos no facilitan anticonceptivos (máxime para jóvenes, rurales, etc.) sino donde, como mostró el 23-11-1981, ni siquiera ha estado garantizada una estabilidad institucional, siendo pues posible una situación en que los medios clínicos fueran inasequibles para todos.
En conclusión, parece pues una grave obligación por parte de los especialistas y responsables administrativos el coordinar una campaña de información veraz y completa sobre el conjunto de medios anti conceptivos, en las líneas de las de Francia y Cataluña, ligándolas además a una motivación realista, global; así como el ir ajustando los servicios anticonceptivos, asumir la Seguridad Social la planificación familiar, crear asociaciones que fomenten la solución de estos problemas, etc.
El libro que, como indiqué en la introducción, acabo de publicar sobre el tema: El problema poblacional: demasiados españoles (Editorial Fundamentos), además del problema demográfico contiene una historia de la población y la anticoncepción en España hasta 1983, y un estudio comparativos de las encuestas de fecundidad.
Otros libros que he publicado sobre estos temas: La crisis poblacional (Pax); El mito de la maternidad (Rodolfo Alonso); Hacinamiento: superpoblación y sexualidad (Monte Avila); El subdesarrollo sexual (Cuarto Mundo); Explosión poblacional, economía y política: Malthus, Marx y Suramérica (Astrea); Sociología de la sexualidad (Siglo XX); ¿Crimen o derecho? Sociología del aborto (Sirera); España peregrina (Costa-Amic); Argentina superpoblada (Rodolfo Alonso); El des-cubrimiento del hombre (Ruedo Ibérico).